REVISTA PERUANA DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA
2022, No. 17
ISSN: 2077-4168
Reseña: Buber, M. (1923).
Yo y Tú
Lucas Sempé
lucas.sempe@gmail.com
Recibido: 20/12/2022
Aprobado: 27/12/2022
Este año coincide con el centenario de la publicación de la obra más emblemática del filósofo de origen austro-judío Martin Buber: Yo y Tú. Publicada en alemán en 1923, bajo el título de Ich und Du, es considerada por muchos como el punto de partida de su propuesta de filosofía del diálogo. Esta reseña busca poner en perspectiva esa obra, y traerla al presente como una contribución a la solución a los desafíos que nos encontramos como sociedad, y en particular, al contexto de la política educativa.
Aunque fue silenciosamente influyente en distintos círculos que van de la psicología humanista (Cissna et al, 1994) a la lucha por los derechos civiles americana liderada por Martin Luther King Jr. (1963, publicada en 1992), hoy en día, poco se recuerda a Buber fuera de ámbitos de la filosofía de la religión judía (junto a otros grandes como Emmanuel Levinas y Franz Rosenzweig), aunque su influencia también se extiende a la filosofía social y comunitarismo de Amitai Ezioni. Sin embargo, considero que el legado del diálogo propuesto por Buber, cuyo rasgo existencialista busca ser una propuesta superadora del racionalismo científico y del pensamiento abstracto de la época, tiene vigencia como una atractiva propuesta para afrontar otros desafíos que la educación enfrente en el presente.
Para ello, repaso el argumento central de su corta obra. Para Buber, existe una distinción radical y fundamental entre dos modos como el ser humano se relaciona: por un lado, con otros seres humanos; por otro lado, como lo hace hacia las demás cosas. Mientras la primera es una experiencia de relación entre personas (el modo de “Yo-Tú”), la segunda es una conexión con objetos (el modo de “Yo-Eso”). Esa diferencia se extiende a la comprensión de distintos órdenes del ser y el vivir, donde, en el primer caso, aparece el sentido de la comunidad, como relación entre personas, mientras que, en el segundo caso, el Yo le da el sentido de la organización y, al hacerlo, lo objetiviza y usa para sí.
La obra se divide en tres capítulos. En la primera parte, Buber sugiere que nos hemos habituado al modo “Yo-Eso”, donde constantemente coleccionamos datos, los analizamos y clasificamos, y finalmente, teorizamos sobre ellos, creando un repertorio de cualidades y cantidades, como un punto particular en el espacio y el tiempo. Es una relación sujeto-objeto. Pasados cien años, pareciera que su análisis se mantiene en boga en cuanto a enfatizar los esfuerzos geniales de la humanidad en usar la información y el desarrollo de la tecnología. Sin embargo, se ha disminuido la importancia de lo que él llama “encuentro” (en el modo de “Yo-Tú”), donde entramos en una relación con el objeto encontrado, participamos en algo con ese objeto, y tanto el Yo como el Tú son transformados por la relación entre ellos. El Tú no se encuentra como un punto en el espacio y el tiempo, sino que, en cambio, se encuentra como si fuera todo el universo. Más aún, como si todo el universo existiera de alguna manera a través del Tú. Esa relación de encuentro pueda darse con cualquiera de los objetos que experimentamos, con objetos inanimados, con animales y con el ser humano. Con la persona, el fenómeno del encuentro se describe mejor como amor.
En el capítulo 2, Buber explica las consecuencias de este dominio del modo “Yo-“Ello”. El contexto histórico del autor nos puede dar más luces sobre su reflexión. Pasada una gran guerra al inicio del siglo XX, el surgimiento de Estados totalitarios y el riesgo a grandes conflictos en Europa. Buber reflexiona que, si bien es necesario para la supervivencia humana el modo “Yo-Eso”, él sugiere que es lo que ha llevado al estancamiento espiritual de la humanidad. La falta de satisfacción de las personas se daría por la falta de relaciones con el mundo o, incluso, entre sí. En cambio, el mundo se vuelve alienante y aislante. Para dar solución a eso, Buber propone como necesario desarrollar el lado espiritual de la vida de nuevo, y esto requiere no dejar que el Yo domine sobre el Tú. El Yo y el Tú no se refieren a diferentes partes del mundo, sino a diferentes enfoques del mundo en su totalidad. Necesitamos desarrollar el enfoque del Tú; se trata de entrar en relaciones con el mundo en lugar de objetivarlo y usarlo entre nosotros.
La naturaleza de esta tarea se explora en el capítulo 3, donde Buber también distingue su filosofía de otras enseñanzas religiosas, incluidas las de las tradiciones judía, cristiana, hindú y budista. Buber comienza explicando que cada Tú, cada objeto percibido relacionalmente, se cruza en el “Tú eterno”. De esta manera, el eterno Tú es el nombre de Buber para Dios. Pero difiere de las formas en que otros han considerado a Dios porque, para él, la relacionalidad entre el Yo y el Tú eterno significa reciprocidad.
Una ventaja de realizar una obra centenaria es la posibilidad de revisar su impacto. En este caso, su obra y vida se entrelazan. Desde 1920, Buber proponía una solución como Estado judío-árabe para Palestina. En 1938, emigró a Jerusalén (cuando era aún el Mandato Británico de Palestina), y allí cofundó el movimiento Ihud, que apoyaba la cooperación entre árabes y judíos, proponiendo la existencia de ese estado binacional. Aunque sus esfuerzos fracasaron, quedan como testimonio de la contribución valiosa de las ideas para la concreción política.
¿Qué aporte puede traer a la educación de hoy esta obra de Buber? En mi opinión, trae dos grandes enseñanzas. La primera es recordarnos que los seres humanos tenemos igual dignidad. El Yo y Tú somos iguales en dignidad, y el buscar transformarnos en el encuentro con el otro implica respeto, escucha y diálogo. En segundo lugar, del verdadero encuentro con el otro, de las relaciones, nace la comunidad. La sociedad no se inicia en el contrato social, sino que ese contrato social ha de ser la expresión del encuentro y de la comunidad. Este paradigma sugiere la necesidad del diálogo y el consenso, pero, sobre todo, del caminar juntos en la escuela, en la vida, en la búsqueda de hacer comunidad, y la comunidad implica vivir en unidad, en búsqueda del bien común y la verdad.
Queda la invitación a leer a Buber, y a volver a revisitar grandes pensadores e ideas que puedan ayudar a construir rutas de diálogo, paz social y, sobre todo, desarrollo humano integral para todos, especialmente para aquellos que más lo necesitan.
Referencias
Cissna, K. & Anderson, R. (1994). The 1957 Martin Buber-Carl Rogers dialogue, as dialogue. Journal of Humanistic Psychology, 34(1), 11-45.
King Jr, M. L. (1992). Letter from Birmingham jail. UC Davis L. Rev., 26, 835.